jueves, 28 de junio de 2012

Joaquín Guzmán Loera (El Chapo)




Badiraguato, Sinaloa.

De niño Joaquín Guzmán Loera era tan pobre que tenía que vender naranjas para juntar algunas monedas para medio comer. Desde entonces el hombre, ahora de 52 años, ha construido un emporio y una fortuna personal actualmente ubicada en el número 701 de los multimillonarios de la revista “Forbes”.




Pero se encuentra además en otro ranking: es el hombre más buscado de México.

“El Chapo” es el “director general” de una de las más grandes organizaciones de tráfico de drogas del mundo, que contrabandea gran parte de la mariguana, heroína, cocaína y metanfetaminas que terminam en las calles de Estados Unidos, y que tiene células de operación en por lo menos 23 países, de acuerdo con autoridades mexicanas y estadounidenses.

Las rivalidades y guerras por la droga de Joaquín Guzmán han contribuido a un promedio de 11 mil muertes en los dos años y medio pasados, lo que equivale a 366 asesinatos por mes. Sus feudos se remontan a más de dos décadas, en las que ha dejado un sendero de lápidas que actúan como hitos del negocio del narcotráfico en la frontera sur de Estados Unidos.

Considerado parte Al Capone y parte Jesse James, “El Chapo se ha convertido en un héroe folklórico del narco. Es alabado en YouTube a través de videos y canciones compuestas especialmente para él y sus hazañas, y todo el mundo lo llama “El Chapo” (mote que en Sinaloa se refiere a la gente chaparrita).


Para incrementar su misticismo, “El Chapo” ha sobrevivido a innumerables ataques de sus enemigos, incluido el ocurrido en 1993, en el aeropuerto de Guadalajara, en el que murió un cardenal de la Iglesia católica.



También ha sido el protagonista de la fuga más grande que ha ocurrido en la historia moderna de las cárceles en México, saliendo de un penal de máxima seguridad en 2001, en un carrito de lavandería. Desde entonces, ha mantenido a las autoridades de México y Estados Unidos en un juego de “el gato y el ratón” que lleva ya nueve años.

SU LEYENDA CRECE


Cada año que México pasa sin capturar a “El Chapo” su leyenda crece, un desafío directo al Estado mexicano.

El año pasado la burla creció porque celebró una gran fiesta, con whiskey y conjunto norteño incluidos, en la que festejó que su novia Emma Coronel (18 años de edad) ganó un concurso de belleza local. Meses después se casó con ella. Con cada año también se incrementan las preguntas de por qué México, junto con las autoridades estadounidenses, no pueden encontrarlo, a pesar de la recompensa de 5 millones de dólares ofrecida por Washington y los 2 millones que ofrece el Gobierno mexicano. 

Las autoridades de EU y México aseguran que Guzmán ha usado dinero y crueldad para construir una red bien disciplinada y organizada que lo protege. Se cree que está escondido en algún lugar de la Sierra Madre, en los bordes de los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango, convirtiendo la tarea de buscarlo en algo similar a la odisea de buscar a Osama bin Laden en las lúgubres montañas de Pakistán.
A todo esto hay que añadir que se dice que Joaquín cuenta con el apoyo de las fuerzas militares que le avisan cuando va a haber operativos y le permiten escapar para evitar su captura.
Culiacán, Sinaloa es la capital no oficial de los negocios de tráfico de drogas. En donde, dada la brevedad del ciclo de vida de los traficantes, los santuarios y mausoleos en honor a los caídos se han convertido en parte integral del paisaje de la ciudad, según pudieron constatar nuestros reporteros.




CERCA DE SU RASTRO

Por lo menos en tres ocasiones durante los últimos tres años, las agencias de seguridad mexicanas parecen estar cerca del rastro de Guzmán, y cuando parece que lo van a capturar se dan cuenta de que ha desaparecido de nueva cuenta. Parte del problema es la logística. En las montañas, la gente del capo puede divisar una caravana de vehículos militares desde varios kilómetros, lo que le da tiempo para huir, ya sea en helicóptero o a caballo.

En años recientes, “El Chapo” ha visitado regularmente su rancho en las remotas montañas de Chihuahua donde acude a verificar sus cultivos de mariguana, de acuerdo con los documentos de inteligencia de las autoridades mexicana de 2008 y que fueron corroborados por “The Wall Street Journal”. El rancho, en el que aparecen como dueños socios del capo, cuenta con pista de aterrizaje y un túnel subterráneo para llegar a él. “En por lo menos las tres visitas, él ha arribado con una caravana de al menos seis vehículos, bajo la protección de algunas autoridades de la Armada Mexicana”, se explica en los documentos.

El Secretario de la Defensa de México dijo a través de un correo electrónico que desconocen estas denuncias, pero añadió: “varias organizaciones criminales han usado uniformes de la Armada y vehículos parecidos para encubrir sus actividades ilícitas”.



EL PUEBLO DEL CAPO

Badiraguato –uno de los 200 municipios más pobres de México– ofrece a sus jóvenes algunos trabajos relacionados con el tráfico de drogas.

En el pequeño pueblo de Santiago de los Caballeros, cerca del lugar de nacimiento del legendario Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, los campesinos locales cargan un paquete de mariguana fresca en sus espaldas. El olor de la hierba flota en el aire.

La montaña tradicional de Badiraguato, bastante reconocida como machista, de gente callada, que forma clanes, con alto sentido de lealtad, acostumbrada a las venganzas sangrientas y duelos de honor. “La Omertá (el silencio sobre los delincuentes y sus acciones para evitar represalias) es mucho más profunda que en Sicilia”, dice Luis Astorga, un experto de la UNAM en el análisis del tráfico de drogas en México, que nació y fue criado en Sinaloa.

UNA FORMA DE VIDA

Aquí, para manejar una camioneta y subir chicas a ella, y ser amos de la droga, se necesitan 13 años de edad, usualmente con el permiso de la joven. “No es visto como algo negativo el que sea llamado narco. Es una forma de vida que le puede ofrecer a su pareja”, dice un funcionario local. Muchos de los padres y abuelos de estos jóvenes capos fueron enterrados en las laderas de los caminos polvorientos con vista a las casas de adobe donde nacieron. Ellos descansan en grandes mausoleos de mármol construidos al estilo de catedrales coloniales o templos griegos, mucho más elaborados que las propias casas.

A juzgar por fotografías y pinturas de los muertos y de las tumbas, los narcos de Badiraguato usualmente mueren jóvenes. “Es mejor vivir como rey por seis años que como güey por 60”, es un dicho común en Sinaloa.


Tratar de atrapar al “Chapo” en un lugar como Badiraguato es toda una proeza. El municipio cubre una superficie de 5 mil 934 kilómetros cuadrados, que cuenta con más de 450 pequeños poblados esparcidos entre las montañas de difícil acceso. Badiraguato sólo tiene 38 policías y 5 patrullas, todas estacionadas en la cabecera del municipio, dejando al resto de los pueblos sin otra autoridad que la de los gatilleros de los cárteles.

El pueblo de “El Chapo” está a cinco horas de manejo desde la cabecera municipal siguiendo un camino lleno de baches y de bajada. De junio a septiembre, la lluvia hace que el camino sea casi intransitable.



HA IDO DEJANDO SU MARCA
En abril pasado, el Arzobispo de Durango, un estado conocido por sus escorpiones, forajidos y su accidentado desierto, declaró que el señor Guzmán estaba viviendo allí. “Sólo tomen el camino hacia Guanaceví, ahí es donde él vive, pero, bueno, todos lo sabemos menos las autoridades”, dijo el arzobispo Héctor González Martínez.

Cuatro días después, los cuerpos acribillados de dos tenientes del Ejército aparecieron cerca de Guanaceví en la cajuela de un auto, con los ojos vendados y sus manos atadas por la parte de atrás de su cuerpo. Junto a los hombres muertos estaba una nota que decía: “Ni las autoridades ni los sacerdotes pueden atrapar a ‘El Chapo’”.

Estos mensajes son comunes del capo. En por lo menos tres ciudades mexicanas, incluida Culiacán, la gente ha reportado que ha visto al narcotraficante acudir a algún restaurante a comer. Dicen que llega precedido por guardaespaldas que confiscan los celulares de los comensales y no permiten que nadie se salga del lugar. Como pago por la solicitud forzada de quedarse en el lugar, Guzmán paga la cuenta de todos los clientes.

Uno de los propietarios de un restaurante referido negó categóricamente que algo como esto haya ocurrido. Pero la inteligencia mexicana reporta que por lo menos una de las historias del restaurant es verdadera.

Los oficiales mexicanos aseguran que no quieren obsesionarse con la captura de “El Chapo” como forma de ganar la guerra contra el tráfico de drogas. “En el pasado, la estrategia era capturar a las cabezas e ignorar a los operadores. Ahora estamos tratando de desmantelar la estructura de los cárteles”, dice el procurador general Eduardo Medina-Mora.


LAS BAJAS DE ‘EL CHAPO’
Esta semana, las tropas mexicanas arrestaron a José Parra, un pistolero del cártel, quien, según la policía, estuvo ayudando a Guzmán en la guerra contra el cártel de Tijuana, una pelea que extinguió 749 vidas el año pasado. Y en Durango, los soldados aseguran haber matado a tres de los gatilleros de Guzmán, incluido el cabecilla de la organización en esa ciudad, y capturado a otros dos.

Oficiales del Ejército estadounidense concuerdan en que la captura de Guzmán quizás minimice el tráfico ilegal de drogas, pero no acabe con él. “Capturarlo podría ser como la captura de Saddam Hussein luego de la guerra de Irak, su captura no detendría la delincuencia, pero sería una gran victoria”. Los mismos oficiales americanos consideran que México detendrá a “El Chapo” muy pronto. Dicen que la condición de ser el más buscado lo fuerza a estar constantemente en movimiento, haciendo cada vez más difícil el desarrollo diario de sus negocios. Aseguran que por lo mismo, se ha avejentado rápidamente y se ha comportado como el máximo traficante colombiano Pablo Escobar, quien finalmente fue asesinado luego de varios años de búsqueda.

“‘El Chapo’ Guzmán es un hombre muerto y él lo sabe”, asegura Michael Braun, quien se retiró hace ocho meses como cabeza de operaciones de la DEA en Estados Unidos. “Nadie en este negocio sobrevive hasta la vejez, o disfruta la vida con sus nietos”.

Pero Joaquín ha sido subestimado antes. En 2005, el entonces procurador, Daniel Cabeza de Vaca, dijo que Guzmán “no operaba más” en el negocio de las drogas. A principios de 2007, el procurador actual, Medina-Mora, dijo que Guzmán permanecía en el negocio de las drogas.


ASOCIADOS

Desde entonces, “El Chapo” ha dejado una pequeña duda que es la figura central de la guerra contra las drogas. Expertos dicen que la guerra se ha incrementado porque su banda ha sido empujada hacia el norte del estado de Chihuahua para tratar de arrebatarle el control de las rutas más lucrativas de contrabando de las bandas rivales que han convertido la zona en una de guerra. Alrededor de 3 mil 300 personas han sido asesinadas en los últimos 15 meses, según reportes de la prensa. La separación de los feudos entre Guzmán y Arturo Beltrán Leyva ha dejado una estela de muerte en Sinaloa que ha cobrado más de 600 vidas. Agregando la muerte del hijo de 22 años de Joaquín, Édgar, quien fue asesinado en un estacionamiento de un centro comercial en Culiacán.

Hoy en día, los expertos dicen que “El Chapo” lidia una guerra con otros cárteles en otros estados como Durango, Baja California, Guerrero, Sonora, Michoacán y Quintana Roo.


RIVALES

En Culiacán, las leyendas urbanas acerca de “El Chapo” se cuentan todos los días. Una dice que un ladrón involuntariamente robó el carro más fino del capo y que le cortaron las manos como lección. En otra, un ex alto funcionario estatal se enamoró de una bella chica de la localidad y le envió un regalo costoso. El regalo le fue devuelto a su oficina con una nota de Guzmán en la que decía que la chica era de él: “Mándale otro regalo y te mataré”.

Separar la ficción de la realidad es algo muy difícil. Si se le cuestiona a funcionarios o reporteros datos acerca de “El Chapo”, aseguran que no hay nada qué decir. “No sé mucho de él”, dijo el Gobernador de Sinaloa, Juan Millán. Mientras que un reportero local que cubre la fuente para el periódico “Noroeste”, el principal de Sinaloa, dice que prefiere mantenerse alejado de las noticias sobre el capo: “no vale la pena morir por alguien así”, dice.

De acuerdo con algunas personas que lo conocen y que han hablado de él en público, Guzmán es un hombre sencillo y muy inteligente, a pesar de sólo haber cursado hasta el tercer año de primaria.

“Es un hombre sencillo, de rancho, que habla con un acento propio de Sinaloa, pero es muy inteligente”, dice José Antonio Ortega, un abogado que habló con él en prisión antes de escapara en 2001. Se le había agendado que hablará con Guzmán a las 10:00 horas, pero hizo esperar al señor Ortega hasta las 10:00 de la noche. Lo conoció en una celda bien acondicionada que tenía Guzmán y que usaba como antesala personal.

Joaquín se disculpó por el retraso de 12 horas, diciendo al abogado que había tenido una visita conyugal ese día y que luego había tomado una siesta y un baño para estar listo para “recibirlo con toda la cortesía que usted se merece”, recalca el señor Ortega.

Procedente de una familia de cuatro hermanos, Joaquín Guzmán nació en un pequeño poblado de algunas 40 casas conocido como La Tuna, situado en el municipio de Badiraguato, que ha ganado la dudosa distinción de ser el lugar de nacimiento de varios zares de la droga. Y su ubicación tiene mucho que ver con el desarrollo de este negocio: es la puerta de entrada al Triángulo Dorado de México, una remota y montañosa intersección entre los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua donde el opio y la mariguana han sido cultivados por generaciones.


SU INFANCIA
Poco se sabe de los primeros años de vida de Guzmán, pero muchos asumen que su padre fue “gomero”, una persona que cultivaba amapolas de opio y heroína. La familia era muy pobre cuando Joaquín era un bebé, su madre convirtió una vieja caja de madera para transportar tomates en una cuna para él, asegura un biógrafo de Guzmán que ha visto fotos de su familia.


“Cuando él habla de su infancia, parece como suspendido, como si fuera algo que quisiera olvidar”, dijo Zulema Hernández, una ex policía que conoció a Guzmán mientras él estuvo preso y que se convirtió en su amante y que explica lo anterior en el libro del periodista Julio Scherer sobre el sistema carcelario mexicano.



Hernández cuenta que el capo tenía mucho miedo de volver a la pobreza. “Nosotros compartíamos este temor de volver a ser pobres”, le dijo al periodista. Zulema entró al negocio del tráfico de drogas luego de que salió de prisión en 2004, como distribuidora en el barrio bravo de Tepito en el DF y fue encontrada muerta encajuelada en un carro abandonado en la capital mexicana el año pasado. La policía dijo que su muerte no estaba relacionada con “El Chapo”.


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¡EL SEÑOR DE LA MONTAÑA!






Autor: S.M.

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